15 de septiembre de 2011

Lentitud

Ciego caminó por las calles, figurándose que una compañera lo llevaba tomado del brazo, y que con lentas palabras lo arrastraba en un oleaje suave y plañidero. Los autos eran pequeñas fragatas que eclipsaban bajo el mar por influjo de la luna. Los peatones, bravos marineros llenos de sal y polvo marino en sus estrellas. Las mujeres, camaradas lejanas con amuletos en forma de sirena. El asfalto, una larga barca hecha de delfines y fieras ballenas acorazadas. Tanto se figuró el hombre aquellas cosas, que sin darse cuenta, una férrea y dulce mano comenzó a conducirlo despacio, entre la selva urbana, hacia una cueva submarina.