28 de septiembre de 2018

Espada de hielo



La página flota dentro de la espada 
El reflejo de esa espada anclada 
Me mostraba tu rostro quemado
Marcado por llamas bravas y quemantes
Soledades circundantes.

Quisiera ser
Lengua dura, afilada y sombra
Fría  y curtida, armada en aceros
Sombreada y penetrada por el hielo
Fugaz, umbría, rotunda 
Como lanza atraviesa cadáver
Así, 
Con esa lanza, lengua, cadáver, sombra de hielo, llave de llamas
Lamería la herida en tu cara
Horadaría el surco de esa sombra
Sombrearía las llamas que te cercan
Destruiría el reflejo de esa espada.
La página quedaría liberta,
Flotante
Expuesta a los sinos de sombra
El poema desanclado, rutilante,
Sombra.

Mi mano destruida.
Tu cara, por fin, 
liberada.

23 de marzo de 2018

Estrella...resplandece!



No habrá más consultas astrales,
de gatos saltarines
que buscan coincidir sus ojos con los ojos de un fantasma que se mece sobre el cielo.
No habrá más libros furtivos,
ni albas aventureras
        * destellos *
de invisibles manos levantando oleadas de letras
y espumas colosales de magos
y doncellas de fuego
Sobre barcas con forma de pato.

No habrá más el devenir de una palabra
Paseándose en la línea de los astros
Como las lenguas de hadas esquivas
Que entre sus manos 
llevan botones de arena 
e hilos de plata para tejer la visión colorida 
de nuestras noches y días.

No habrá más lindas mañanas,
Ni presentes, ni futuros
Ni la nada misma
Relegada a un cono de azúcar que flota con sarcasmo
En los mares del olvido.

No habrá más sueños de princesitas y generales y hombres lobo surcando las páginas
de otras doncellas más locuaces
Ni escritores japoneses sosteniendo sus palabras sobre ciudades de bambú
Ni rectores de la cuadratura matemática de la Poesía
Con sus argots afilados como cuchillas
y sus mazos de Tarots
Sólidos
como gruesos castillos de naipes 
talados en estalactitas.

No habrá una luna o un crepúsculo
Que pueda ser simplemente reseñado
al igual que la rasgadura de una página
o una nota al pie
Donde reposan los dedos que mecen y tiritan 
en la textura de los vientos.

No habrá más juegos de palabras 
Que se atrevan a luchar contra la ira
Y la locura y el rencor y la desidia
Que son las pestes que nos sembró
La Desconfianza de la Guadaña Aquietante
Que ni la fuerza de todos los concilios del mundo
detiene en su cizaña.

¿Quiénes 
-te pregunto yo-
recibirán esa luz 
ese destello
ese fulgor cósmico desvanecido?