7 de enero de 2009

Cristián Brugadski Bertucci (de la serie, el Congreso de Literatura Fantástica) 6

Heredero de la mítica familia Brugadski, plagada de críticos y escritores de novelas policíacas, y descendiente directo de la familia Bertucci, la vertiente lírica con numerosos exponentes en la poesía y la música, podríamos decir que Cristián nació con un libro de poemas y una armónica bajo el brazo. En sus años mozos fundó numerosas revistas de divulgación científica y otro centenar de revistas poéticas, con claras alusiones a movimientos de raigambre izquierdista. Su revista más conocida fue Santos Marcianos, en la cual además de cobijar a lo más selecto de la fauna literaria, también le dio espacio a poetas en ese entonces emergentes, como fueron los casos de Francisco Lectura, Camila Faúndez, Alberto “el chico” Sánchez , Juana Alejandra y Mauricio Peralta. En vida no fue un autor prolífico, publicando sólo dos poemarios: El extremo de las preguntas y el Canal digital. Su poesía se destacó por la extrema sensibilidad en que abordó problemáticas como el hacinamiento de las aldeas robots, que pululaban de manera febril por aquella época, las contradicciones del manifiesto ciberpunk, el deber ético y moral del artista transexual, el vapuleo sistematizado del Tecno-Vaticano ante la orden la Compañía del androide, etc. Durante el Congreso de Literatura Fantástica se le rindieron diversos homenajes, partiendo por un sentido responso presidido por el tecnosacerdote Diego Zurita (hermano de Daniel Zurita), luego por una elegía a cargo de Leonel Hernández (escribe uno que otro poema, arguyó) y finalmente por un largo monólogo realizado por el octogenario y rockero Raimundo Luzbel, en el cual habló de jóvenes extraviados en supermercados y ancianos que se lanzaban en paracaídas incendiados. A continuación habló el Ministro de Cultura, Jaime Brigadier, en un sentido discurso en el cuál se refirió a la alocada y desmedrada vida de Cristián; su afición a la cocaína (como último bastión del purismo, argumentó), sus borracheras descomunales y caóticas que siempre terminaban con un muerto, su centenar de proyectos inconclusos, su fracasada postulación al Premio Nacional de Literatura, su colapsado matrimonio, para rematar con la siguiente frase: "si me dicen que fue un mal poeta, podría replicar que vivió como uno auténtico, sin concesiones, siempre atrincherado y listo para lanzarse en picada contra los hipócritas, los desleales, los mentirosos." Más tarde fuimos en grupo, con velitas en mano, a visitar una animita de Cristián, que descansaba en medio de un frondoso roble, al lado del Palacio de Gobierno. Me entraron unas ganas belicosas de molerla a patadas... pero ese es otro cuento.