9 de noviembre de 2009

La muerte de Seymour-Smith, apéndice de "El Congreso de literatura fantástica"

Apuntes para una novela intitulada Seymour-Smith.
La novela abre con una carta dirigida a las autoridades policiacas donde se anuncia el asesinato de Seymour-Smith. La firma un tal "árabe Al-Zabalah". En la prefectura lo apodan como la causa del "árabe loco Abdul". El punto es que Seymour-Smith ha desaparecido. Dejó su prominente carrera de publicista y la última vez que se le vio vivo fue en una feria del libro. ¿Por qué el árabe Al-Zabalah quiere asesinar a Seymour-Smith? Recapitulemos entonces. La novela comienza a avanazar, pero al revés, o sea, hacia atrás. Los capítulos se van desintegrando, las acciones se paralizan, comienza a enrarizarse la trama. En un momento vemos masturbándose a Seymour-Smith, cuando de pronto sale de su clóset la "chica Shogi". Shogi, hace referencia al ajedrez japonés, que tanto repudia Seymour-Smith, por considerarlo de bajo calaña, una mala copia del ajedrez tradicional. Seymour-Smith, como se puede apreciar, detesta a la "chica Shogi" por considerarla una mala copia de la mujer arquetípica que reposa sobre su mente.
Cierta vez eyaculó sobre la mano de la "chica Shogi", y se presume que estuvieron de novios. Insisto, la novela pretende rebuscadamente ser falsa e irónica. De manera deliberada. La impostación llega al paroxismo cuando la "chica Shogi" sale del clóset y le entierra un cuchillo en el estómago a Seymour-Smith, quien escupe sangre, y con su propio fluido le escribe una carta de amor a "la chica Shogi". Lo que viene después no es muy lineal que digamos: Seymour-Smith publica una novela, titulada, la muerte del árabe loco, que en realidad es un manual para conquistar chicas, publicar libros y matar árabes. La "chica Shogi" es la futura señora de Al-Zabalah, y es raro, porque ya están casados y tienen hasta nietos. Pero se casarán en el futuro, no se sabe muy bien en qué términos. La boda está arreglada. Seymour-Smith reaparece luego de varios capítulos en que ni siquiera se le menciona. La policía llega a la iglesia. Todos aparecen. Daniel Zurita, escritor punk, Mauricio Peralta, escritor budista mendicante, Leonel Hernández, payaso profesional, Arturo Alejandro, escritor convencional vanguardista. No saben qué rol se les ha designado para el cierre de la novela. Se sienten utilizados, vale decirlo. Lo que se suponía que iba a ser un cameo, se transforma en un infierno. Seymour-Smith quiere interrumpir la boda. Se fabrica un traje hecho de diamantes, pues será una armadura divina que lo salvará hasta de la ira de Dios. Al-Zabalah saca de su turbante un revólver. El sacerdote extrae de su sotana una espada larga. La novia se extrae del ano un punzón de oro. La cosa está muy mal, está que arde.
El final lo dejaremos en suspenso, no vaya a ser que el lector quede defraudado.