11 de abril de 2009

Sebastián Pingleira, un superhéroe para el siglo XXI


Durante los turbulentos años 70, en medio de un Chile devastado por la amenaza roja del comunismo y las fuerzas violentas de los ultraderechistas, la familia Pingleira vivía en un oasis de pujanza y crecimiento económico. Dentro del clan, un joven bajito pero con un gran corazón, veía con mucho temor los combates callejeros entre las juventudes comunistas y la Calavera Patriótica, sin decidirse a tomar partido pro ninguno de los dos grupos. Este joven era Sebastián Pingleira, fanático de las historietas de superhéroes y de la política. Llegó el golpe de estado para aniquilar finalmente al marxismo, lo cual contribuyó a que las arcas del clan Pingleira siguieran aumentando.
Ya en los ochenta, Sebastián se convirtió en un existoso empresario, amasando una enorme fortuna que le permitió comprarse una gran mansión a las afueras de Santiago, y una decena de empresas. Todo se veía tranquilo en la vida de Sebastián, hasta que un día, su hermano menor Miguel Pingleira, más conocido como el cholo, fue asesinado en una trifulca ocurrida en una disco de alto copete a manos de ex militantes de la Calavera Patriótica, devenidos ahora en matones a sueldo. La vida de Sebastián Pingleira dio un duro vuelco: de día era un empresario con altas aspiraciones para tomar el sillón de la presidencia de la república, y de noche... se transformó en el superhéroe que trastornaría a la sociedad chilenta entera: Lan Man. Inspirado en las historietas que leía cuando chico, se diseño un jet rocket, esto es una mochila con cohetes a propulsión para volar a elevadas alturas, y un traje blindado para protegerse de los golpes y balas enemigas. Sus armas predilectas son un mástil radioactivo con la bandera chilena y una granada de humo para despistar a sus rivales. Toda esta tecnología la obtuvo gracias a sus funcionarios leales de sus empresas Farmacorp y Lan-aviones.
Al comienzo, su inserción en la realidad chilena fue conflictiva, muchos lo sindicaban como un fanático anónimo que hacía un uso desmedido de la violencia, y otros, los menos, lo veían como el verdadero héroe que Chile necesitaba. Sebastián Pingleira, astuto como siempre, decidió comprarse el canal televisivo Patriavisión, para así lograr sus dos más ansiados objetivos en su vida: ser presidente de día, y ser Lan Man de noche, con toda la tranquilidad necesaria para tales roles.
Durante mucho tiempo, la investigación que llevó Lan Man para dar con el cabecilla de los matones que asesinaron a su hermano Miguel. estuvo en un punto muerto. La organizacióne era tan hermética que era imposible dar con un hipotético líder. Pero la respuesta no estaba tan lejos, Moreira, el famoso político del Partido Gremialista Franquista, ocultaba un terrible secreto.
(to be continued...)


(Inspirado en uno de los tantos delirios de Matilde Benavides)