1 de enero de 2019

Todo el mundo destruido

Fresco showing a garden scene from the House of the Golden Bracelet, Pompeii, mid–1st century

Al caer, como último vestigio de conciencia, recuerdo que sólo ví contra la luna, la cúpula y mil torres almenadas de los dominios de René. Después me desmayé tal vez. La verdad es que no supe más de mí... (Juan Emar)

Toda esa ternura multidimensional que abrió los escaparates
y las puertas hacia laberintos geométricos y jardines
-Fortificaciones, ciudades, carreteras kilométricas
despedazadas
todas las máscaras y las pulsiones
con sus estaciones del año adentro y sus ejércitos
inviernos de pájaros cayendo petrificados
veranos flamígeros y desnudos
otoños medievales con hojas crepitantes
primaveras con gatos cayendo en cascadas
todas las caras y expresiones que pudiste adoptar
y nada, nada, nada
sólo puentes incendiados
y un pelotón de fusilamiento abriendo fuego
fuego, fuego, fuego, fuego
Brazos y piernas abriéndose melladas acuchilladas
y en el centro tú y detrás de ti nada
un abismo abriéndose hacia las entrañas de la Tierra
y en ese centro soles explotando y lamiendo configuraciones de nieve
porque no venimos del polvo ni de los mares
sino que de la nieve
de la más fría y austral y azulada y cataclísmica
fuimos témpanos de hielo que se caían a pedazos
y nos abrazábamos como podíamos
porque lo que existía aún era muy rudimentario
apenas brotes de vida germinando en islotes
y ya existía este amor despedazado
y aunque nadie pueda entenderlo atravesó los eones
hasta encarnarse en un yo -que siempre es otro-
y cada pestañeo fue tu figura...

... Ven,
ven a bajar hasta acá, hasta la nieve conmigo
y abrázame por última vez,  como una madre
que abraza al niño que en medio de la noche
busca entre llantos el cobijo
abrázame por última vez
y hazme en la frente la señal de la cruz
porque dentro de mí se libra una batalla
una guerra infinita con fusilados y caídos
y me están arrasando ciudades, fortificaciones,
pirámides, zigurats, jardines enteros en llamas
ábrazame, quédate esta noche
antes de que todo expire

Difficile est longum subito deponere amorem
le digo a tus ojos avellanados que ya no me miran
porque la nieve se ha fundido en ellos

(y ya ni siquiera estoy yo).