2 de febrero de 2009

Una breve disquisición en torno al cadáver de Bolaño (entre otros puntos)

1. Todo escritor aspira en algún momento a fabricar su propio mito. O no todos, pero sí al amenos aquellos que están disconformes con la parasitaria y aburrida Realidad.
2. De esto desprendemos que obra y autor corren un camino de manera paralela. Por supuesto, en casi todos los casos la obra sobrevive al mito del autor.
3. Aunque hasta el día de hoy se duda de la existencia del autor Shakespeare, atribuyendo su obra a sir Francis Bacon, entre otros candidatos.
4. Si seguimos hacia atrás, aún la existencia de Homero es cuestionada. ¿Habrá sido un ciego, o sólo una palabra para designar a un colectivo creador?
5. Recuerdo haber leído que un cercano de Borges comentaba sobre éste, que era demasiado mentiroso. Borges decía, no puede haber maldad si se miente para entretener y no para engañar.
6. Pero sin embargo, mentira, entretención y engaño, forman una Santa Trinidad, liderada por el Padre (el autor) el Hijo (la obra) y el Espíritu Santo (la imaginación, la memoria)
7. Una vez Borges contó que cuando tenía dieciocho años había cruzado el atlántico, y un marino portugués le había recitado de memoria unos versos de Coleridge.
8. Hace unos meses atrás, Javier Cercas, en una enrarecida columna comentó que le molestaba el mito del Bolaño salvaje y vagabundo, cuando en realidad se trataba de una persona muy normal, socialdemócrata y padre de familia.
9. Entonces podríamos suponer que Bolaño fue: a) un charlatán, b) un romántico tardío, c) un vendedor de baratijas.
10. ¿Por qué tanto misterio con la enfermedad que aquejó a Bolaño en sus últimos días?
11. En suma, soy de esa gente que sigue pensando que el autor es el oscuro hermano gemelo de su obra (como escribió Pitol), por ende, la biografía por escribirse de Bolaño será un pequeño fragmento, un apéndice si se quiere, de la obra total del detective salvaje.