25 de marzo de 2008

Carta de abuelo a su nieto


Querido nieto:
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A veces los adultos me afirman de los brazos y me dicen, ya es tarde señor Walser, ¿tarde para qué? contesto. Es tarde, tome sus medicamentos y no escriba tanto, porque le hace mal, me responden. Entonces les hago caso, y cuando me acuesto pienso en cómo caerá la nieve mañana; si será una nieve frontal, poco apta para salir a dar un paseo, o simplemente no caerá, y los cúmulos blancos se multiplicarán como semillas por la calzada. Pues eso pasa nieto mío, cuando la nieve deja de fluir, y los Alpes permanecen inquietos, como esperando que algún joven escalador los suba y los señoree en las alturas.
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Ya debes estar en edad para encontrar una mujer, aunque a veces es mejor quedarse solo, pues casi todas las mujeres -con su divertido mundo infantil- no hacen más que reprocharle a uno todos los defectos, y no encontrarnos más que bajezas en el cúmulo de virtudes que uno pudiese llegar a tener. Por un rara inclinación prefieren a los tontos o a los mediocres sin inspiración. Pero eso es algo muy personal, y deben ser tontas divagaciones mías. En mi caso, preferí nunca casarme y disfrutar del paisaje. El paisaje cambia. Pero las mujeres no. Aunque sería harto injusto clasificarlas a todas bajo un solo matiz, pues existen mujeres sumisas y aptas para el trabajo hogareño y otras de carácter fuerte. Yo me inclino nieto mío, por mucho que te extrañe, por las mujeres de carácter fuerte. No importa que no te entiendan, pero de ese no -entendimiento aprenderás mucho, y valorarás doblemente tu independencia.
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Sé como un lobo estepario que aúlla a la luna, y no como un badulaque dominado por las hostiles emociones de una mujer. Es preferible dar un paseo solitario por una calle estrecha y fea, antes que recorrer el mundo con una mujer mala. Como puedes ver, he elegido esta pequeña localidad de Herisau, y como confidentes a los libros, mis amigos por excelencia. Lee a los clásicos. Lee la Ira de Séneca, para que aprendas a controlar tus impulsos juveniles. Crea, antes de procrear, pues dar a luz a un hijo no es un don, es una decisión moral y punto. En cambio crear un libro es un regalo, no para el mundo, seamos realistas, pero sí para una persona solitaria que toma el tren rumbo a Viena.
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Sigue esforzándote en lo que haces, y deja de pensar tanto en mujeres, que de haber, habrá, y una sola te bastará; llegara así, lenta, despacio, y tranquilamente se pondrá a tu lado. Sin escándalos ni mayores aspavientos. Verás cómo acudirá, cuando más mal y solo te sientas.
Cuidate mucho.
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Tu abuelo, que te ama.
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20 de diciembre de 1956, Clínica psiquiátrica de Herisau, Suiza.