12 de febrero de 2008

Maori Pérez: Mutación y registro

Estoy en un avión hacia ninguna parte. Esa es la frase que veo en los rostros de todos. Caras de exilio. Caras derrotadas. Como un muro pinkfloydeano. Muerte en vida, muerte voladora, con hélices cortando el aire. Rebanando nuestros sueños. (Maori Pérez, del libro comentado)
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Publicado a fines del 2007 por la editorial Ciertopez, nos encontramos ante un autor dotado de una voz inusual, y más inusual aún, si consideramos que en el alicaído panorama de los escritores jóvenes que afinan su pluma, es raro detectar autores sólidos con voz propia, que en sus libros no posean páginas de sobra o relatos completos fácilmente descartables. Con Maori no ocurre eso. Así, la filiación que Pérez ha resaltado en los medios de prensa con Bolaño, sólo es circunstancial, pues más delata una estrategia de lectura, de acercamiento a la letras y la vida, que a su manera particular de escribir.
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Diez son las piezas que componen este libro de cuentos, repartidos en poco más de ochenta páginas, los cuales -haciendo un rápido planeo- barajan temas como la tortura, el egoísmo, la depresión, el vacío, el amor, la ira, el lamento. La portada del libro es decidora. Manchas de tinta, emborronamientos, huellas monstruosas, componen el estilo (o la rúbrica si se quiere) de Maori Pérez; la forma en que desliza las palabras y sus secuencias entrecortadas, provocan en el lector una suerte de entrecruzamiento caótico entre la realidad y la alucinación, el sueño y la pesadilla, la vida y la muerte, la memoria y la amnesia.
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La manera de escribir de Maori tiene mucho del expresionismo alemán que resalta lo grotesco y lo sórdido, pero no de forma snobista o kitsch, si no que de una manera elegante y terrorífica, que sin lugar a dudas nos lleva a pensar en Kafka, o en las pinturas de Kirchner, Heckel, o al más cercano dibujante argentino Alberto Breccia. Pero sumado a esto, la delineación, los colores, las fugas sin fin y las aperturas y mutaciones de sus letras, corren por vida y cuenta propia. Acá no hablamos de una promesa joven literaria, no hablamos de un libro que pudo haber dado más, acá se habla de un libro-símbolo tallado a fuego, de un escritor que ha dejado el rótulo tan mercantil de "promesa", de un autor que ha engarazado sus manos al estanque volcánico de la palabra, y que por medio de un estilo poético, deshinibido, fresco y rupturista, ha fabricado sus primeras espadas y armaduras.
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De seguir bordeando su libro, sólo conseguiré entrar en una digresión sin sentido. No me queda más que decir: léanlo.
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¿Cómo conseguir su libro?
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