9 de marzo de 2025

La flor turquesa


 ¿Te acuerdas de las montañas? Nevadas y mágicas, 

dulce amiga mía

Espigadas y soberbias, como tu estatura

dulce amiga mía

Reflejaban la luz

¿Te acuerdas?

Nos llegaba pura la luz,

Con un cielo turquesa que era la imagen diminuta

De nuestra amada patria, 

dulce amiga mía.

 

¿Te acuerdas de la esfera y sus formas?

Nos seguía a donde fuéramos, en el cénit, aleteando

dulce amiga mía

Con su calor generoso

tras la polvareda

El fénix de alas quemantes

y la flor turquesa girando como un Dios Azul

dulce amiga mía.

 

Esa flor es nuestra religión, 

dulce amiga mía

La de los que anidan sus cuitas en los bosques

Tallando sus palabras en los fresnos,

La de los que velan los huesos de sus padres

En un ardiente capilla cochambrosa,

La de los que levantan sus espadas, 

cuando las armaduras espejean en los valles 

La de los que fecundan la tierra y la rearman

Brotando con sus sales la materia

dulce amiga mía.

 

¡No me mires a mí! ¡Mírala a ella!

La flor sin pétalos de los místicos hispanos

La que sobrevuela sobre los conventos soterrados

La que está dentro de ti, en la palma de mi mano

Bajo tu sotana o mi armadura

Vestuarios desgarrados en premura. 

 

¡Ah! Cómo se abren tus abrazos

dulce amiga mía

Y tus manos colosales, entrelazadas con las mías

Ah! Dulce amiga mía, recordemos sin temor

Deja que el tiempo avance

Sobre la fisura que centra la existencia

Un líquido caliente nos envuelve

Y nada puede detenernos, 

dulce amiga mía.