3 de mayo de 2011

Apertura


Las obras comienzan a salir del letargo. Ya el mercado negro está dando sus primeros pasos en el mercado blanco, el establecido bajo los márgenes de la ley. Pero habría que pensar que todo este alud de obras deben tener un correlato con la realidad, para desdoblarla y generar una nueva. La escena es variopinta, pusilánime y gloriosa, mínima y totalizadora. Los sujetos provienen de distintos estratos sociales, pero parecen compartir una estatura media de 173, que es la estatura promedio de estas tierras. Ahora los avioncitos de papel, tan arduamente fabricados en talleres clandestinos, han comenzado a entrar en un rápido proceso de embalaje y distribuición rápida. Se está comenzando a entender que estamos preparados para la grandes cosas, para formar una escena heteróclita y diversa. El arte comienza a terminar su sueño letárgico de los experimentos, para iniciar su fase de lo probado y testeado, fase no excenta de los consabidos riesgos. Aquel que antes buscaba pergeñar una obra para el aplauso, para los entendidos, ahora se va abriendo con un largo machete por la selva, internándose en los parajes de lo desconocido, sin saber muy bien cuáles son los ojos que contemplarán finalmente a la obra. Estamos en la cuenta regresiva, y todo indica que cuando se escuche la palabra ignition, un gran cordón humano partirá en múltiples direcciones hacia la esperada apuesta local. Se me acusará de optimismo apresurado, pero sólo dibujo una línea entre las coordenadas, marcadas en el territorio hace tantos años atrás.