1 de noviembre de 2015

Te vi surgir desde el abismo


A mi hijo, Pablo Iván

Te vi surgir desde el abismo
Con una herida en la cabeza como aquellos kamikazes
Que pilotaban rasantes sobre el agua
En una marcha en fuga contra el mundo;
Arremolinados, recostado contra un firmamento de soles imposibles
En la gran costra del universo.

Marchaban tus aviones de papel sobre tus manos enguantadas
Papá, tengo un corazón de tiburón en mi pecho, me decías
Desdibujado y llameante con líneas como cuchillas que cortaban las nubes
Como pedazos de mantequilla.
Las grietas abrían y cerraban sus boquitas  
escupiendo sangre, fuego, dragones
Y escorpiones arponeados por marineros del averno;
En el  paisaje recortado 
los panes saltaban en rodajas
Y la leche caía sobre mariposas lechosas que tiritaban en tu lengua.

Sobre el césped nacían  y morían ángeles acurrucados, y volvían a nacer
De las cuevas submarinas
salían monjes budistas con caparazones a la espalda;
corriendo tras ellos
emergieron principitos con largos trajes azules enflautados
 portando flores y cuchillas de hielo;
los indios  cabalgaban bisontes sobre páginas de oro
y los vaqueros saltaban desde sus furiosos caballos
haciendo cabriolas y piruetas imposibles.

Ahí arriba va volando! Dijeron embobados
Sobre un payaso de acero con zapatos claveteados
Iba el que había surgido del abismo
Con su manito lanzaba racimos de ranas
Y la tierra giraba y reía; las ranas croaban
 Y el Espíritu de los duendes se revolcaba.


Mi corazón de tiburón hecho ser 
surcó los aires.